miércoles, 16 de abril de 2014

Helado de vainilla



Como ya comenté en la última receta, últimamente estoy un poco limitada físicamente y me estoy dedicando a recuperar fotos que tenía ya hechas para poder seguir con el blog. Tengo fotos de varias recetas, pero no esperaba encontrar éstas, ya que no me acordaba de ellas. Las encontró mi marido entre los archivos de 2012 y las puso como salvapantallas en el ordenador porque en algunas salían los niños. Como llevo ya dos o tres años queriendo compartir esta receta con vosotros, aquí la tenéis. Es uno de mis postres favoritos en verano y en casa todos se vuelven locos cuando saben que hay heladito de postre.

La primera vez que lo probé me di cuenta de que el helado de vainilla industrial no tiene absolutamente nada que ver con la auténtica vainilla. También me sorprendió saber que lo que da el color amarillento al helado no es la vainilla, que son unas semillas diminutas de color negro, sino las yemas de huevo. Os recomiendo que lo probéis y, si no tenéis heladera, también os aconsejo que os hagáis con una, ya que es una pasada, tanto para hacer los helados como para sorbetes, granizados,...

La receta venía con las instrucciones de la heladera, pero con sólo dos yemas. Yo le pongo tres porque así aprovecho para hacer helado de vainilla y, al día siguiente, cuando la cubeta está congelada otra vez, el de leche merengada. La verdad, mi favorito es el de leche merengada, pero por muy poco, los dos son cremosos y riquísimos.



INGREDIENTES:

Una ramita de vainilla
3 yemas de huevo (yo uso de la talla L, de 63 a 73 gramos, las claras las puedes utilizar para hacer helado de leche merengada al día siguiente, guardándolas en la nevera bien tapadas y sacándolas 20 minutos antes de montarlas)
65 gramos de azúcar blanquilla
200 mililitros de leche entera
200 mililitros de nata para montar

ELABORACIÓN:

Abre la rama de la vainilla con un cuchillito afilado y ráspala para extraer las semillas. Pon  la leche con la nata en un cazo. Añade la rama y las semillas de la vainilla y ponlo a cocer.

Bate las yemas con el azúcar con las varillas eléctricas hasta que se blanqueen y doblen su tamaño.

Añade un chorrito de leche, con cuidado de que las yemas no se cuajen, pues la leche estará muy caliente. Bate la mezcla rápidamente con las varillas y añade el resto de la leche, mezclando bien. Deja enfriar y, cuando esté a temperatura ambiente, introduce en la nevera al menos un par de horas, pero si puede ser toda la noche, mejor.

Si tienes heladera, ponla en marcha y vierte la mezcla (no te olvides de tener la cubeta en el congelador desde el día anterior). Deja funcionar la heladera durante 30 minutos. Una vez pasado el tiempo, vierte el helado en un envase hermético (tendrás una crema espesa, fácil de manejar) e introduce en el congelador. Tardará, al menos, una hora en adquirir una consistencia adecuada.

Si no tienes heladera, introduce en el congelador y ábrelo frecuentemente (cada 15 minutos o media hora, durante 2 ó 3 horas) para removerlo. Así, le cuesta mucho más cristalizar y tiene una textura más agradable.







2 comentarios:

  1. Qué fresquito, guapa para los tiempos que se nos avecinan. Besos, Conchi

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    Respuestas
    1. Sí, los niños vieron las fotos del blog y querían que les hiciera ya, pero aún tendrán que esperar, porque no sé cuándo volveré a cocinar. Tengo ya unas ganaaaaas... :D

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